Hola, Miren. Pues verás, de romántica no recuerdo ninguno que me haya marcado, pero sí recuerdo que cuando leí “La Ladrona de libros” pensé: jo, este libro me habría encantando escribirlo a mí. En esa época solo escribía relatos en mi blog, aún no me había embarcado en las novelas

Hola, Silvia, ¡me parece genial! Yo fui una de las devoradoras del mundo Bridget Jones y que me comparen es todo un halago. Tiene mucho sentido, además, porque mis personajes femeninos suelen ser un poco así, chicas corrientes con sus defectillos, inseguridades, meteduras de pata y miedos… La perfección está sobrevalorada y además no forma parte del mundo real, ¿no?

Gracias, Merche. Pues a ver, lo primero que me preocupa es que me llegue la idea, para mí no es como en las películas, que uno se sienta delante del ordenador, abre el procesador de texto y de la nada se pone a narrar una historia... da miedito que no lluevan ideas. Pero lo que más me cuesta, cuando ya tengo todo encajado y me pongo frente al ordenador, son las descripciones. Tengo que trabajármelas mucho y como sé que es mi talón de Aquiles, les doy mil vueltas hasta que me convencen

Hola, Miguel: soy una apasionada de la vida y todo lo que emprendo suelo hacerlo volcando todo mi entusiasmo e ilusión. Disfruto mucho de las pequeñas cosas

Me cuesta mucho meterme en el pellejo de los hombres y conseguir que queden realistas y no idealizados por mi mente femenina, que es lo que solemos hacer con ellos. Aunque con Marco me atreví, al fin y al cabo, es coprotagonista junto con Celia, en esta novela realmente ambos lo son.

Hola, Loli. Mis personajes son siempre creados en su propia historia, no cojo el perfil de alguien que conozco y lo utilizo, no me sirve. Un personaje, para mí, tiene que nacer en la historia que narro, tener un pasado en ella, un presente y un futuro, y ser consecuente con el papel que le ha tocado vivir allí. De hecho, a la hora de elegir nombres para mis personajes, soy muy maniática (es en lo único que lo soy) no me pueden recordar a nadie que conozca, porque me da miedo que si me recuerdan a alguien puedan adoptar su personalidad. En los secundarios me da igual, porque no profundizo tanto en ellos.

Un saludo, María. Pues no me lo he planteado nunca, la verdad. Lo cierto es que cuando escribo mis novelas no me planteo que sean románticas o no, simplemente cuento una historia que me apetece contar. Puede que un día me levante con una historia en la cabeza y resulte que encaja mejor en otro género. No es cuestión de atreverme o no, sino de sentirme cómoda con lo que escribo

Suelo partir siempre de una idea. En “Treinta postales de distancia” fue de las supersticiones y creé la historia alrededor de ellas e intentando encajar a dos polos opuestos. Y en “¿Y si no es casualidad?” el hilo conductor es la casualidad y el destino

Hola, Chari: pues fecha de publicación no hay, aunque me gustaría no tardar mucho y poder colarlo como regalo navideño (ahí dejo esa indirecta por si me está leyendo mi editor jeje). El libro de hecho ya está escrito, ahora lo estoy revisando con toda la tranquilidad del mundo para que lo recibáis bien tejidito.

Hola, María. Buscaba un sitio original y allí estaba Verona, una ciudad muy poco aprovechada, teniendo en cuenta que además es el escenario de una de las historias de amor más famosas de la literatura. Ya la utilicé en su día también en un relato para mi blog

¡Hola, Malagueña! Pues la verdad es que no hago otra cosa que escribir y criar a mis hijos, que no es poco. Vivir de los libros es algo muy complicado hoy en día, y más cuando se está empezando. Y sí, a pesar de tener ya dos libros en el mercado me siento aún en pañales en ese sentido. En cuanto a lo de Madrid o Málaga… Sin ninguna duda en Málaga se vive mejor: la luz que me despierta cada día, la temperatura, el mar, alergias reducidas al máximo… En definitiva: ¡calidad de vida!

Hola, Rosa. Pues a ver, no sabría decirte cuál ha sido la más romántica, no suelo buscar el romanticismo en sí en las lecturas, lo que más suele atraparme es que los personajes sean sólidos y creíbles, que me atrapen y me transmitan sensaciones. El último que ha conseguido calarme hondo en ese sentido ha sido: Yo antes de ti, de Jojo Moyes

La más importante es que con el respaldo de una editorial mis libros llegan a más puntos de venta, tanto físicos como digitales, y por lo tanto a más lectores. Y esto es fundamental. Por lo demás, es más o menos lo mismo, tengo que seguir dando la misma brasa por las redes sociales para darlos a conocer y compaginar esto con la tarea de escribir, igual que hacía antes.

Buena pregunta... Creo que se ha perdido la esencia de la correspondencia, no solo hablo de las cartas escritas a mano, sino de los emails que bien podían ser un sucedáneo de las primeras. Ahora, con los chats de las redes sociales y el Whatsapp todo va más rápido y preciso, no entran en juego los tiempos de espera que para mi criterio son fundamentales. Por otro lado, se vive en un contacto tan marcado y constante entre las personas del entorno que, para mi gusto, limita un poco la libertad. Nos exigimos estar conectados y disponibles a todas horas. No me gustaría ser adolescente en este tiempo en que vivimos, con estas reglas del juego.

¡Por supuesto, Jose! ¿No están tan de moda las trilogías? Pues yo en vez de repetir con los personajes lo hago con el formato, y en el próximo libro llegamos a la era digital, no te digo más…

En cuanto a lo primero, así en general no sabría decirte Chechu… Pero en particular, si pongo como ejemplo mis dos novelas, tan parecidas en unos aspectos y tan diferente en otros, te diré que en el entorno femenino, a la hora de decidir si quedarse con una o con la otra, la mayoría de mujeres se han quedado con “¿Y si no es casualidad?”. Sin embargo los hombres con “Treinta postales de distancia”. De aquí puedo deducir que, como la segunda está aún más encajada en el genero de romántica y menos en el de comedia, es por eso que ha tenido preferencia en el sector femenino. Y respondiendo a la segunda pregunta, no busco un perfil concreto de hombre, más bien los adapto a la particularidad de la historia que esté contando.

La única rutina que tengo es prepararme un café o un té antes de empezar, dejarlo en la mesa, y tomármelo helado porque se me olvida… Por lo demás, no tengo manías raras ni necesito mucha intimidad para escribir, tengo tal capacidad para abstraerme que a veces he llegado a pactar cosas con mis hijos o con mi marido sin enterarme siquiera.

Jajajajaja tendría que escribir un libro nuevo con un doble de Frank de la Jungla por lo menos que me ayudara con los bichos a la intemperie… soy demasiado miedosa para una isla.

Me alegro de que te hayan gustado, Lucía. Pues sí, el siguiente ya se está cocinando, solo faltan revisiones mil. En cuanto a adelantaros algo… ayyyy, venga, vale. En esta ocasión las protagonistas serán dos mujeres, dos vidas paralelas que seguiremos muy de cerca (amoríos incluidos, ya sabéis que si no, no sería yo) y en este caso la historia transcurre en la era digital, así que… toca meternos en mundo virtual. Y hasta aquí puedo leer...

Gracias, Lectora. Las redes sociales son una herramienta imprescindible para darse a conocer, si no las usas estás perdido. Y es cierto que hay mucha competencia, pero eso es genial para los lectores porque tenemos mucho más donde elegir (me incluyo aquí como lectora), antiguamente estábamos muy limitados y leíamos solo lo que las editoriales decidían publicar. Hoy, gracias a las redes y a la autopublicación, hay más diversidad. Desconozco si ahora es más difícil publicar que antes, yo llegué ya con la autopublicación en el bolsillo.

Pero ¿por qué me queréis cambiar de género literario? No me lo he planteado, la verdad. Si algún día me llega una idea que no pueda desarrollar en el genero de romántica, tal vez pueda estudiar la posibilidad, aunque soy tan cabezona que intentaría encajarlo. Pero, en principio, cambiar por el hecho de cambiar... no.

Ni la conocía ni la conozco, es algo que tengo aún pendiente. Las descripciones las conseguí navegando mucho por la red, viendo vídeos en YouTube, posicionándome con el muñequito de Google Maps en las calles y paseando por ellas una y otra vez

Hola, Trini. Lo más fácil para mí es hacer que los personajes cuenten su propia historia mediante los diálogos, meterme en su pellejo en esos momentos me encanta, sobre todo en las escenas en las que tienen que aflorar sus sensaciones. Y cuando me descubro riendo o con alguna lagrimilla suelta, me doy por satisfecha, porque en ese momento estoy convencida de que vosotros también lo vais a sentir.

Hola, Loli. Pues Treinta postales la escribí del tirón. En principio era un relato para mi blog y así escribo siempre los relatos, pero se alargó se alargó… En cambio para la segunda y la tercera he usado un esquema previo, y me resulta más cómodo y efectivo como método. Esto no quita para que luego me salte el esquema a la torera, pero ayuda mucho

Jo, esa pregunta es muy complicada, David, a todos los personajes les tengo muchísimo cariño… Pero me voy mojar y me quedo con Manu de Treinta postales de distancia, es con el que más me he reído

Nunca, Carolina, soy un completo desastre con eso… a veces hasta me he presentado a eventos donde tenía que firmar ¡¡sin boli!! Pero para esos momentos de emergencia sin material, cuando me llega una idea, utilizo la grabadora del teléfono, es un gran recurso para mí.

Pues me da un poco de vergüenza contarlo, Enrique, pero siempre me emociono cuando termino mis novelas. Van tres escritas y con las tres me ha pasado exactamente lo mismo. Y siento una gran sensación de vacío… en realidad es como una especie de despedida, como si se marcharan de mi vida los personajes. Y sé que voy a seguir leyendo y corrigiendo, pero ya no es lo mismo, no sé explicar la razón.

Normalmente escribo solo por la mañana tras dejar a los niños en el cole y compaginándolo con las labores domésticas que no se hacen solas... Las tardes me las tomo libre para estar con ellos y por la noche intento no tocarlo. Aunque esto solo lo cumplo si acabo de empezar la novela y todavía no estoy muy metida en ella, si estoy en un punto clave me transformo completamente y ni como o cojo cualquier cosa delante de la pantalla y me pueden dar las tres de la mañana escribiendo.
En una novela suelo tardar un año, desde que la inicio hasta que la doy por revisada y concluida.

Hola, María José y gracias. Pues mejor de lo que imaginé en un principio, autoeditar para mí fue la salida y tuve mucha suerte de que mi primer libro estuviese todo un año en la lista de los más vendidos. Además conocí a bastante gente en el camino con la que sigo manteniendo el contacto, y me ayudaron un montón a darlo a conocer a través de las redes sociales.

¡Hola, Teresa! Pues verás, fue por un relato que escribí en mi blog y que en realidad fue el que me inspiró a escribir esta novela. Pero al final, cambió tanto el argumento que lo único que quedó del relato fue el vestido de la chica… y quise conservarlo, como guiño.

Hola, Mayte, no sé si esa pregunta la he contestado más arriba a otro lector, pero aprovecho para agregar un dato: no me baso en personas reales, aunque sí puedo coger algún detalle o anécdota que me cuentan para alguna determinada escena, o incluso de mi propia experiencia, si veo que algo es utilizable.

Hola, tocaya. Pues le recomendaría Treinta postales de distancia, de hecho lo hago. No porque me guste más que el segundo, no puedo elegir, sería solo por respetar el orden cronológico.

Hola, José Antonio. Mi primer consejo es rodearse de personas sinceras y objetivas que hagan una lectura del manuscrito, si son varios mejor, pero que sean de los que no tienen miedo a señalar fallos, y estar abierto para aceptarlos, claro. Los lectores cero para mí son IMPRESCINDIBLES. El segundo, sobre todo si uno va a autopublicar, es importantísimo contratar los servicios de un corrector profesional. Cuando uno se expone al público debe cuidar la imagen de su trabajo que al final es la suya propia. Y lo tercero y no menos importante, mantener siempre la ilusión. Eso sí con los pies en el suelo. Las puertas de las editoriales están ahí, algunas te permiten llamar y otras no, pero si no responden… siempre nos quedará la autopublicación.

Normalmente busco un conflicto a desarrollar, o bien unos personajes que me den juego, pero suelo partir de una premisa que me permita elaborar una historia alrededor. Cuando no se me ocurre ninguna releo historias que ya he creado previamente en forma de relato y les busco una vuelta de tuerca. Creo que mi cuarta novela va a ir por ahí, lleva unas semanas llamándome una pequeña historia que escribí hace tiempo. Normalmente no tiene nada que ver la versión relato con la versión novela, soy de las que se dejan guiar por los personajes y le dan la vuelta a la idea previa.

Al principio, con los emails, no lo pensaba, pero opino que la inmediatez de hoy con la mensajería instantánea acelera demasiado el mecanismo. Un email llega y no tienes por qué contestarlo al minuto. Ese tiempo de espera da juego a la otra persona a cavilar si no respondes porque aún no has abierto el correo o se ha perdido en el ciberespacio o porque has decidido no contestar… se genera una incertidumbre muy parecida a la de las cartas en papel. Ahora con el Whatsapp y similares solo cabe una duda: sabes que lo ha leído ¡y encima no ha contestado! Para mi gusto, y como medio de protección de la intimidad, se deberían prohibir las confirmaciones de lectura. Somos esclavos de la tecnología.

No, eso ha sido simple casualidad. Aunque sí es cierto que me gusta evitar las caras en las portadas para que los lectores se hagan su propia imagen de los protagonistas. Pero las portadas no dependen solo de mí.

Gracias, Trini. Lo que más me cuesta es describir escenarios… siempre tengo que retocarlos y hacerlos crecer. Si en los diálogos escribo como si alguien me estuviera dictando, en las descripciones de lugares me siento como si tuviera que presentar un trabajo para el colegio. Por eso cuando me dicen: ¿en serio no conocías Verona? Me sube un cosquilleo...

Hola, Trini. Cómo os gusta buscar en la ficción algo de la realidad… pues alguna anécdota habrá, incluso alguna conversación o comentario aprovechado. Y sobre todo ideas propias o formas de pensar volcadas en algún personaje. No puedo darte datos concretos porque tendría que pensarlo mucho para encontrarlo.